3 oct 2011

Confessions

Para ser sincera, ya me tienen podrida. Estamos a octubre, y me siento en pleno fin de noviembre, agobiada de pruebas, y de fechas de mierda, y de todas esas cosas que solo me provocan desasosiego.
     Pienso solo en el momento en que mi cuerpo se entregue al ocio, rodeado de placeres oportunos e inoportunos que me llenen de vida cuando ya no tenga más que entregar mi alma al misterio de la literatura en las noches de verano, mirando las estrellas y buscando ese alma que me llene de su perturbación para enredarme en las dramáticas pasiones de unas páginas llenas de magia. 
    Regularmente, suelo intentar ahogar mi mente en páginas de Internet. Pero hoy las cosas cambiaron y decidí hacer algo que me cambio el día. Decidí leer a plena luz del día, como nunca acostumbro. Decidí leer en el colegio, alejándome de todo, ya no quería estar ni ser alguien presente bajo esas circunstancias, necesitaba liberar mi mente y llevarla hasta el punto máximo para que vuelva a ser ella quien me guié, y no yo. Entonces, sentada acompañando a la ventana, con ese aire frió que me acariciaba el pelo, y quería calmarme, hacerme respirar y decirme que todo esta completa y totalmente a mi disposición.. Me dispuse así, a llevarme lejos. Tan lejos como a San Isidro, y leer así, la historia de Ezequiel, un enfermo de sida. Que hoy me enseño, a ver la vida desde Los Ojos del Perro Siberiano. 
      Gracias, por hacerme dar cuenta que no estoy sola en este mundo, sino que los personajes de los cuentos sienten lo que yo y lo que la literatura intenta transmitir.. Desasosiego.

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